La Fundación Oceanogràfic devolvió al mar en 2015 en El Saler el quelonio que tres años después ha sido capturado en Burriana

Tres tortugas bobas (Caretta caretta) que habían sido curadas y posteriormente devueltas al mar por la Fundación Oceanogràfic han ingresado de nuevo en  el ARCA del Mar a lo largo de 2019, después de ser capturadas nuevamente en distintos puntos del litoral, lo cual ha dado la oportunidad a los investigadores de conocer más datos sobre los hábitos de este animal y las amenazas a las que se enfrenta en las costas del Mediterráneo.

En concreto, la primera de ellas se trata de la tortuga numerada como 234, que la primera vez que entró en el Oceanográfic fue el 1 de diciembre de 2015 de un barco de arrastre en Benicarló. Se liberó cuatro meses después en el Saler. Tres años más tarde fue recogida por un arrastrero en Burriana, muy cerca del lugar donde fue capturada por primera vez. Llegó con embolia gaseosa y un anzuelo en el esófago.

El segundo caso es el de la número 484, que entró en el ARCA del Mar en abril de 2019 por arrastre en Peñíscola, y luego, tras su curación, volvió al mar en julio, en la Malvarrosa, pero fue capturada, esta vez en Vinarós, por un arrastrero que avisó a la Red de Varamientos a través del 112.

Finalmente, la 472 llegó al ARCA por primera vez el 20 de marzo procedente de un trasmallo en Gandía. Dos meses después el colegio Camarena Canet de Canet d´en Berenguer la devolvía al mar una vez “bautizada” con el nombre de “Hope”.  El 19 de diciembre salía del mar por un pesquero en Altea y ahora está de nuevo siguiendo el tratamiento de los veterinarios de la Fundación.

Una información valiosa y excepcional

Por encima de la curiosidad que suponen estos tres viajes de ida y vuelta al Oceanogràfic, lo más reseñable es la información que aportan estos animales relativa a la supervivencia, las condiciones a las que se enfrentan así como sus hábitos y rutas. También suponen la confirmación de que el tratamiento veterinario que reciben es el adecuado para su recuperación y vida en el mar.

Gracias al programa del Ministerio y de la Red de Varamientos de la Comunitat Valenciana se les coloca una chapa identificativa externa y un microchip  que permiten identificar al individuo de por vida en cualquier parte del mundo.

El responsable de Conservación de la Fundación Oceanogràfic, José Luís Crespo, valora que “todo ello es un indicativo de que las cosas se hacen bien, porque los animales sobreviven y nos aportan una gran información. Tenemos que continuar en esta línea de colaboración imprescindible con los pescadores, que son una parte fundamental del trabajo para poder conocer estos animales”.