La raya Rania, que puede verse en el restaurante Submarino, es primeriza y los bebés reciben comida cinco veces al día

Alrededor del restaurante Submarino del Oceanogràfic de València nadan constantemente unos 3500 peces de todo tipo, que atraen la atención de los comensales y transmiten una sensación de paz única. Seguro que muchos de los visitantes han reparado en que en esos acuarios hay rayas y pequeños tiburones.  Pero la mayoría desconocerá que una de las especies de rayas que hay en este acuario, es la especie Myliobatis aquila, con el nombre común de Águila marina, fácilmente distinguible por el “vuelo” majestuoso que desarrolla en el agua para desplazarse, un animal muy común en el litoral valenciano.

Para poder llevar un buen control de la alimentación y de sus cuidados, los acuaristas distinguen a cada una de las rayas del tanque y todas tiene su nombre.

En concreto, en el restaurante submarino hay dos parejas “estables”, una de esas parejas, Rania y Zeus, acaba de tener cuatro pequeñas rayas. Rania, aunque es un poco difícil calcularlo, debe de tener siete años, pero, desde luego, es primeriza y tanto en el proceso de gestación como en el del parto se ha comportado perfectamente, según se desprende de todo el seguimiento que se ha hecho desde que en el departamento de Biología del área de Océanos se observó que la raya podría estar embarazada, algo que ocurre sólo de vez en cuando. El último parto de una raya en el Oceanogràfic está registrado hace cuatro años.

Las rayas son ovovivíparas y son fecundadas por copulación por los machos que, al igual que los tiburones su aparato reproductor tiene dos pterigopodios. El proceso de gestación está establecido entre 4 y 8 meses. Cuando Rania parió el jueves de la semana pasada había llevado en su vientre durante ese tiempo unos huevos en los que se desarrollaron las crías.

CRÍA DE ÁGUILA MARINA

Ecografías y protección

Tras las primeras sospechas la sección de Veterinaria del Oceanogràfic de València, gestionado por Avanqua, del grupo Global Omnium, atendió al animal y le practicó una primera ecografía para comprobar que aquella “barriga” se correspondía con un auténtico embarazo. Fue una gran noticia confirmarlo. En seguida, se procedió a aislar el animal en una zona de paritorio para evitar que los tiburones pudieran comerse los bebés nada más nacer.

A partir de ahí hubo un seguimiento constante del proceso de gestación, hasta que el jueves pasado, cuando se le iba a realizar una nueva ecografía en la piscina médica, Rania comenzó a parir con total normalidad y sin asistencia su cuatro primeros bebes.

Las crías fueron inmediatamente pesadas – unos 200 gramos- medidas – unos 22 centímetros -y sexadas: todas hembras. Y también se comprobó con una nueva ecografía que no quedaba ningún animal en el seno de Rania ni tejidos problemáticos.

Una papilla de pescado para los bebés

El departamento que dirige, Marga Ardao, ha procurado desde aquel momento una buena alimentación para la madre y para las crías que nada más nacer son autosuficientes e, incluso, con su famoso aguijón. Además del alimento de reserva que llevan desde su nacimiento, el vitelo, se les suministra, con cinco tomas diarias, una papilla a base de pescados  como merluza, arenque o langostino y, en este momento, ya se encuentran en el área de Cuarentena, donde estarán mucho tiempo, quizás un par de años, hasta que puedan pasar a la zona de exhibición, tras su correspondiente condicionamiento para poder ser alimentados de la mano de los buzos.

La madre también recibe una alimentación cuidada y suplementaria, con refuerzo vitamínico.

“Para nosotros es un motivo de orgullo, ya que el hecho de que haya podido ser fecundada y haya parido cuatro crias totalmente sanas es un indicativo indiscutible del bienestar que tienen los animales en el Oceanogràfic y de cómo cuidamos de ellos”, concluye Ardao.