• «La clave es asegurar un tamaño mínimo que les permita evitar la mayoría de los depredadores, que es la causa principal de mortalidad durante los primeros meses de vida», explica José Luis Crespo.
  • La investigación se ha hecho mediante seguimiento por satélite de 19 tortugas bobas soltadas entre 2015 y 2017, y permitirá mejorar su conservación.
  • Se trata del primer estudio de monitorización realizado sobre el comportamiento de tortugas post-neonatas en el Mediterráneo.

De las siete especies de tortugas marinas que existen, tan solo la boba (Caretta caretta) anida con éxito en España. Este animal vulnerable tiene una tasa de supervivencia bajísima: sólo 1 de cada 1000 recién nacidas sobrevive y alcanza la edad adulta, aunque se cree que el 90 por ciento muere al principio de su vida, explica la bióloga marina de la Universitat Politècnica de València (UPV), Sara Abalo. En un proyecto para el seguimiento y protección de este reptil que lidera el también investigador de la UPV, Eduardo Belda, y en el que Abalo desarrolla su tesis doctoral, han observado que, al menos, el 59 por ciento de las post-neonatas siguen vivas durante sus primeros tres meses en el mar. «La clave ha sido la cría en medio controlado de los individuos y su engorde antes de la suelta,  asegurando un tamaño mínimo –alrededor del kilo de peso- que les evita muchos de los depredadores potenciales», explica José Luis Crespo, responsable de Programas de Conservación de la Fundación Oceanogràfic, que también ha participado en el estudio. Los resultados se han publicado recientemente en la revista Marine Biology.

La investigación analiza por primera vez los movimientos de 19 tortugas bobas post-neonatas en el Mediterráneo, procedentes de tres nidos de diferentes playas españolas situadas en Cataluña, Andalucía y Comunidad Valenciana; y que fueron introducidas en el mar entre los años 2015 y 2017. Cada uno de los individuos llevaba acoplado un dispositivo que permitió su seguimiento vía satélite, en algunos casos durante más de cuatro meses. Este esfuerzo pionero ha sido fruto de la colaboración entre la Universitat Politècnica de València (UPV), la Universitat de València, la Estación Biológica de Doñana (CSIC), la Fundación CRAM y la Fundación Oceanogràfic, con el apoyo de la Conselleria de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Rural de la Generalitat Valenciana y otras entidades conservacionistas y administraciones públicas.

«Los resultados sugieren que el Head-starting – la cría en cautividad de tortugas recién nacidas y su engorde antes de su liberación – junto con la protección y reubicación de nidos pueden ser técnicas de conservación muy efectivas», comenta Crespo.

Los años perdidos de las tortugas

Eduardo Belda, investigador de la Universitat Politècnica de València y director del Máster para la Gestión Marina y Costera de la UPV, afirma que las tortugas bobas se enfrentan a diversas amenazas de origen humano, como la pesca, la presencia de desechos plásticos en el mar y el cambio climático y por ello es necesario conocer su comportamiento, de forma que puedan establecerse medidas adecuadas para su protección.

Según el científico, tras su nacimiento, las tortugas bobas neonatas se dirigen hacia el mar, se alejan de la costa y no vuelven a ser observadas hasta que regresan a aguas costeras como grandes juveniles. ‘Los años que pasan en este período se conocen como los años perdidos, necesitamos conocerlos’, afirma Eduardo Belda.

Puestas en el Mediterráneo Occidental

Desde 2001 se registran nidos de tortuga boba en el Mediterráneo occidental, situación que no se había registrado anteriormente. Las tortugas nacidas de estos nidos del Mediterráneo occidental están amenazadas por la naturaleza turística de la mayoría de las playas, por lo que, en estos casos, se aboga por la reubicación por personal cualificado, de las puestas de huevos en lugares de incubación seguros.

Eficiencia de la cría en medio controlado

La cría en medio controlado de neonatos, hasta alcanzar un tamaño y peso que facilite su supervivencia en libertad, es otra de las medidas posibles, aunque su eficiencia se ha puesto en entredicho por temor a que no desarrollen competencias para ser autosuficientes.

Según Sara Abalo, en este estudio se ha demostrado que las tortugas post-neonatas criadas en cautividad fueron capaces de alimentarse y desplazarse adecuadamente. La mayoría de las tortugas viajaron a zonas de aguas abiertas en el Mediterráneo, con preferencia por el Mar de Alborán, el mar Balear y la corriente de Argelia, en dirección al estrecho de Sicilia. Ninguna de las tortugas marcadas cruzó el estrecho de Gibraltar, en consonancia con las hipótesis que sostienen que el pequeño tamaño de las tortugas post-neonatas no les permitiría atravesar las fuertes corrientes de entrada al Mediterráneo en esta zona.

Solo uno de los grupos de tortugas del estudio, que sufrió una infección parasitaria durante su periodo de cría, frecuentó en mayor medida zonas costeras, comportamiento que se atribuye a su peor condición física. Dos de las tortugas de todo el estudio se recuperaron tiempo después de ser liberadas, ambas con plásticos en sus estómagos.

Necesidad de seguir estudiando

Según Eduardo Belda, investigador de la UPV, los resultados de este estudio son esperanzadores, pues se abre la oportunidad de conocer lo que sucede en los años perdidos de la tortuga boba. Sin embargo, para obtener resultados más concluyentes se deben continuar estos los estudios mejorando la tecnología de seguimiento, reduciendo el tamaño y aumentando la vida útil de los teledetectores.

Referencia

Abalo-Morla, S., Marco, A., Tomás, J. et al. Mar Biol (2018) 165: 51. https://doi.org/10.1007/s00227-018-3306-2Survival and dispersal routes of head-started loggerhead sea turtle (Caretta caretta) post-hatchlings in the Mediterranean Sea